Durante.
Hoy hemos realizado una dinámica en clase que consistía en realizar anotaciones acerca de un texto que Lola iba leyendo. A medida que ésta leía nosotros debíamos anotar las ideas que se nos ocurriesen. El texto era el siguiente:
El mundo parece una jaula. Quizá por eso fuimos educados en jaulas. En la puerta de las jaulas desapareció la J para despistar y convencernos de que lo allí aprendido era para nuestro bien. Así aprendimos a ser gentes de provecho... Más bien nos aprehendieron para servir de provecho. Cada uno desde su jaula. Menos mal que los ratos de (j)aula estaban compensados con las libertades del re-creo. Allí podíamos crear, inventar y ser señores de nuestros juegos. En la (j)aula te enseñaban a ser "como Dios manda". En el recreo mandas tú como un dios: creas y destruyes cada poco un nuevo juego. Porque importa jugar y no el juego en sí. En la (j)aula importa que el juego no cambie y de unos a otros se hereda todo como inamovible: seriedad es ser hechos en serie y que el proceso entero, del comienzo al fin, esté reglamentado. Cuando jugamos los adultos apenas nos atrevemos a recuperar el recreo. Inventar, divertirse, improvisar, ser banal, ser espontáneo es una auténtica reconquista de la madurez. Incluso, si jugamos, se hace en espacios y tiempos bien señalizados, como con pudor. Para que nadie crea que somos así. Estamos de broma, es un juego, es un cursillo sobre el jugar. Es una excepción al estado de seriedad habitual.
El juego está enjaulado... ¿Quién lo desenjaulará? El desenjaulador que lo desenjaule... Como dios lo pasará (¡palabra!)
El juego está enjaulado... ¿Quién lo desenjaulará? El desenjaulador que lo desenjaule... Como dios lo pasará (¡palabra!)
La imagen adjunta es lo que escribí en clase mientras Lola leía el texto.
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